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Conversando con amigos

Félix Acosta Fitipaldi

 

Escritor uruguayo de obras de ficción. Sus trabajos suelen contener elementos diversos, donde el romance, el amor, el humor y el drama, van dando color a historias tanto de ciencia ficción, como de fantasía, humor, romance o suspenso.

 

"Póster busca pared" es la opera prima del también autor de “Jaque de hackers”, “La mosqueta” y “El tigre no bala”, viendo la luz después de más de veinte años de haber sido escrita.

 

La particularidad de cada uno de estos trabajos se da en que no existen puntos de conexión entre uno y otro. De igual modo, es estos momentos el autor ha iniciado una nueva novela que, tal es su característica, difiere totalmente con las anteriores.

 

Vive en la ciudad de Montevideo, es casado y padre de dos hijas y trabaja en una empresa de cuyo nombre no quiere acordarse.

 

Premios:

2001 –“No te será tan fácil” –Premio Ecqus Internacional

 

2002 –“Tetraedro” -Segundo premio Concurso de cuentos de “El sur también insiste”

 

2004 –“Senectud acelerada” – Accésit Premio Internacional Julio Cortázar de relato breve de la Universidad de Laguna.

 

Finalista en cuatro de seis participaciones en los concursos de Yoescribo.com:

 

2004 con el relato "Las pantuflas del abuelo".

2004 con la novela "Póster busca pared"

2005 con el poemario "Amor desamorado".

2006 con el relato "Astrid".

 

2010 Finalista certamen de "Mis escritos"

 

2011 Uno entre varios ganadores del Concurso Internacional Latin Heritage Foundation de Cuentos sobre la Experiencia Personal del Inmigrante.

SOBRE MÍ

Comencé a leer cuando de niño mi padre nos sugirió cambiar los comics por libros, de esos, los que son pura letra y no tienen figuras. Seguir su indicación parecía lo más aburrido del mundo, sin embargo, un par de compinches que me acompañaban (traidores ellos), tan de acuerdo con él estuvieron que terminaron por convencerme.
Creo que antes de las cinco páginas del primer libro ya estaba seducido. Lo que allí se narraba no ocurría en una revista, ni en una película... Sucedía en mi cabeza. Era mi mente armando los personajes y la acción de acuerdo a las directivas que un desconocido, quizás munido de una rústica pluma de ave, alguna vez plasmó en pliegos de papel mal cortados.
De allí en más leí sin parar. Seguía a cada autor que me gustaba con cuanta producción tuviera. Y en muy contadas ocasiones dejé de maravillarme.
Recién comprendí que me gustaba fabular cuando una profesora, que nos había solicitado una historia imaginaria, me dio la mejor calificación posible y unas estrofas elogiosas culminadas con un esplendoroso: ¡Felicitaciones!
Antes de eso sólo escribía poemas, pero no por pretender ser poeta sino por enamorado. Aun los escribo, a veces, pero lamentablemente ya no me enamoro (mi mujer es muy celosa).
Así que de repente me vi escribiendo cuentos que sólo leía algún que otro allegado. Por entonces hice un compilado al que titulé "Cuentoscos y poemalos". ¡Y qué razón tenía!

Desde los primeros poemas escritos con lágrimas, hasta el punto final de mi tercera novela, han desfilado sobre el papel miles de hormigas gimnastas. Ellas se han esforzado en formar letras, con tanta pretensión de armar palabras que no he podido menos que ordenarlas, asearlas, cambiarlas de lugar, acaso desechando muchas y trampeando otras. En tanto, para permitirles subsistir he imaginado mundos que terminé creyendo con egoísta fe, pues para nadie más que para mi desahogo fueron concebidos.

No ha habido otra pretensión que darles curso, dejarlas construir su hormiguero, sin fatiga y siempre que haga falta; así como respirar, comer y amar: mientras se pueda y disfrutando.

Entonces alguna vez, quizás harto de lidiar con la poesía, un cuento sobrevoló mi almohada y al despertar pidió ser recreado. Luego otro, y otro más y fueron decenas de relatos. Grandes, chicos, cortos, largos, malos, regulares, peores... Hasta que alguno por allí marcó presencia y abandonó mis manos. Otros, inconclusos, retazos quizás, meras ideas marginales, aguardaron a la orilla del río la barcaza que les diera destino.

Esa barcaza fue mi primera novela. Pletórica de existencialismo, ambiciosa, densa, tal vez con más profundidad de la que yo podría alcanzar. Es posible que al ser leída alguno podrá pensar que el escritor se ha ahogado. Sin embargo no deja de gustarme, incluso el título, que se puso solo: "Póster busca pared". Le va bien al texto, por supuesto. Veinte años después de concebida, en estos días de agosto de 2015, la he subido a Amazon.

Mi segunda novela se llamó: "Ctrl-Alt-Sup reiniciar". En este caso el título me dejó de caer bien apenas tuve los primeros ejemplares en la mano. Sólo tendría alguna idea de su contenido quien tuviera conocimientos informáticos. Posteriormente se me ocurrió uno mejor: “Jaque de Hackers”, que si se quiere es el mínimo resumen posible de toda la novela. Con ese nuevo título y algunas pequeñas modificaciones se ofrece hoy en Amazon. Tengo pendiente una saga, cuyo desarrollo lo mantengo aun en el altillo, esperando algún tiempito para bajar al papel.

En medio de ambas novelas existieron relatos, algunos, conectados entre sí por el protagonista, fueron agrupándose hasta llegar a ser un volumen de relatos novelados, su nombre; “El tigre no bala”.

Su reunión en un tomo me llevó a realizar una vista por los otros relatos que llevaba escritos, demasiados y muy diversos. Hecho el descarte elegí un lote que rondaba los cuarenta y, en formato kindle, aparecieron en Amazon en ocho tomos. Cada tanto los libero del precio y muchos han sido ya los lectores que los han obtenido gratis. Como para una versión en papel eran demasiado elegí veinte de ellos, publicados bajo el título: “20 Cuentos”.

Mientras ocurría esto último, en realidad tarea de corrección, elección y de administración informática, se fue gestando mi, hasta el momento, última novela: “La mosqueta”. Quizás su primer nombre: “Colapso emocional”, fuese más acorde con los apremios y asombros que le ocurren a su personaje, pero la novela, toda ella, en sí, es un absoluto juego de mosqueta. La bolilla cambia una y otra vez de cubilete aunque, como en el juego, lo importante es descubrir en cual de ellos ha quedado al final.

Durante la década del 2001 al 2010, en forma raleada, tenté suerte enviando relatos a concursos. En los más pasé desapercibido, en algunos se equivocaron:

Premios:

2001 –“No te será tan fácil” –Premio Ecqus Internacional

2002 –“Tetraedro” -Segundo premio Concurso de cuentos de “El sur también insiste”

2004 –“Senectud acelerada” – Accésit Premio Internacional Julio Cortázar de relato breve de la Universidad de Laguna.

Finalista en cuatro de seis participaciones en los concursos de Yoescribo.com:

2004 con el relato "Las pantuflas del abuelo".

2005 con el poemario "Amor desamorado".

2006 con el relato "Astrid".

2010 Finalista certamen de "Mis escritos"

2011 Uno entre varios ganadores del Concurso Internacional Latin Heritage Foundation de Cuentos sobre la Experiencia Personal del Inmigrante.

Mientras escribía Jaque de hackers
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